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¿Qué me motivó a ser Hno. Marista? (2ª parte)
Por
Congregación Hermanos M.
Publicado:
1 Abril 2005
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Te comentaba en mi relato anterior cómo surgió en mí el deseo de iniciar la "vida marista" en el Seminario de Carrión de los Condes. También te decía que pasé en el Seminario los 3 años de la Guerra Civil Española (1936 - 1939).
En abril de 1940 los Hermanos empezaron a tramitar el viaje de mi grupo nada menos que para Chile. Previamente solicitaron “autorización” a nuestros padres porque éramos menores de edad ( 14- 15 años)
Con emoción recuerdo, después de tantos años, la despedida de mi familia y en especial de mi madre, quien quedó triste en el portal de la casa como presintiendo que no nos volveríamos a ver. Mi padre quiso acompañarme de regreso al Seminario y aprovechó para darme sus últimos consejos. Los días de abril fueron pasando de prisa y el nerviosismo del próximo viaje iba aumentando. Llegó, por fin, el 27 de abril. Temprano salimos para Venta de Baños, que era la Estación de Ferrocarriles más próxima a Carrión de los Condes. Subimos al tren, algunos por primera vez, rumbo a Zaragoza.
El Hno. Deogracias que nos acompañaba, estaba muy atento para que no nos olvidáramos de nada, pues todo era novedad para nosotros. Al llegar a Zaragoza, ya entrada la noche, descansamos unas horas en la misma Estación de Ferrocarriles, pues pesábamos ir de madrugada a la Basílica de Nuestra Señora del Pilar.
Nos impresionó mucho el hermoso Templo construido sobre el río Ebro en honor de la Patrona de España. Después de oír la Santa Misa fuimos a besar con devoción el “pilar” que sostiene a la Virgen María.
 Juntos rezamos la Salve para poner nuestro viaje bajo la protección de la Madre de Dios. Unas horas más tarde proseguíamos el viaje rumbo a Barcelona.

Cuando llegamos a la Ciudad Condal nos dirigimos al Colegio de la Inmaculada, en donde los Hermanos nos recibieron con mucho cariño, como a los benjamines de la Familia Marista. Nos agradecieron los panes blancos que les llevábamos desde Castilla. y que ellos no habían probado durante la guerra. Dos días después llegó al Puerto de Barcelona el gran barco italiano “Vulcania”, de 25.000 toneladas, en el que debíamos embarcar. Muchachos del campo como éramos no estábamos acostumbrados a viajar en barco, así que nos mareamos bastante durante los 16 días que duró la travesía del Océano Atlántico hasta las costas americanas.
 
Después de una breve escala en Santos y Río de Janeiro desembarcamos en Buenos Aires. Allí nos recibía el Hno. Victorino, Administrador Provincial, que hizo los tramites en la Aduana y nos llevó a la Casa Provincial para pernoctar.
 
Al día siguiente tomamos el tren que nos llevaría hasta la ciudad de Mendoza. En esta ciudad trasandina fuimos huéspedes de los Hnos. del Colegio San José durante una semana, porque había nevado mucho y no se podía atravesar la Cordillera de Los Andes. Una vez que mejoró el tiempo reemprendimos el viaje hacia Chile. En Santiago nos esperaba un Hno., que era formador en el Seminario de Lo Lillo (La Cisterna ) y que nos llevó en auto hasta la casa. Cansados y felices llegamos a nuestro destino final. Miles de kilómetros nos separaban de la Madre Patria. Al acostarnos pensába- mos en nuestros seres queridos con un poco de nostalgia. La gran Cordillera de los Andes y el inmenso mar no disminuían nuestro amor hacia ellos (Continuará) (Primera Parte del Relato)
 
E-mail Hermano Elías Quijano: equijano@123.cl
 

 
 

 

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