En el "ciclo litúrgico" de nuestro año escolar, empezamos a
vivir, una vez más, el rito de entrada, que contiene en sí mismo
el apretón de manos generoso que nos dan las autoridades que nos
reciben, el abrazo acogedor y más íntimo que nos damos entre
colegas, con sabor a confianza mutua, a reconocimiento de una
misión común que nos identifica y estrecha y a deseos de juntos
consolidar dicha misión en la vida personal y en el centro
escolar.
También con sabor a perdón y a gratitud, porque todos
nos queremos y necesitamos, pero a veces nos herimos y
lastimamos.
Utilizo este lenguaje religioso por la convicción
que tengo de que nuestro trabajo diario educativo es una forma
privilegiada de glorificar a Dios y hacer su voluntad. A través
de nuestro esfuerzo generoso formamos personas, desarrollamos
conocimiento y sabiduría, abrimos horizontes, ayudamos a
realizar sueños, hacemos e instamos a hacer más humana la
sociedad donde vivimos. Y todo ello es colaborar con Dios en la
construcción de su Reino.
En este rito de entrada, vaya mi saludo cariñoso y agradecido
para cada uno y una de ustedes y sus familias. Les de-seo que en
este 2006 gocen de buena salud, crezcan en el desarrollo
interior, cristiano y profesional, sean felices en su vida
familiar, y realicen su ministerio educativo con ilusión y mucha
mística.
Hace diez años, uno de los nuestros nos dejó para
entregar a los más pobres y necesitados de África la sonrisa,
calidad humana, religiosa y profesional que nosotros conocimos y
disfrutamos por tanto tiempo. Su amor sin límites le llevó al
martirio. Una cruz en el noviciado de Nyanguezi nos señala que
allí quedó. Su figura en el calendario, carpeta y agenda nos
recuerda que también está entre nosotros y que su recuerdo nos
va a acompañar, de modo especial, todo este año. Que su ejemplo
y el de sus compañeros nos contagien, estimulen y quemen. Que su
proeza de amor sea un arco iris que aparezca cuando nuestro
horizonte se torne gris por la presencia de la rutina y de la
comodidad.
Que el Señor Jesús y su Madre les bendigan,
iluminen y acompañen. Les ofrezco con sencillez mi apoyo y
servicio:
Hno. Mariano Varona G.
Vicario Provincial
Santiago, 23 de febrero del 2006