Durante el verano, las Misiones se
realizaron en la VII Región, en la localidad de Romeral.
Esta vez, la contingencia llevó a un grupo de jóvenes a
las localidades maulinas de Curepto, Iloca y Duao para
colaborar con la remoción de escombros tras el maremoto.
Ya han ido dos veces a remover escombros, limpiar
techos, armar mediaguas, quemar lo que ya no sirve, y tratar de
rescatar lo que se puede. También han compartido con la gente,
llevando un mensaje de esperanza en estos momentos tan
difíciles.
El color rojo distingue a los maristas que se han dado un tiempo
para hacer algo concreto por los damnificados: Ha sido
importante para nosotros ir, porque queremos responder desde la
acción y el compromiso con los que más sufren desde esas
localidades donde no quedó nada, cuenta Ariel Reyes, del Equipo
Pastoral Marista.
Se hizo una convocatoria para realizar una
nueva visita a la costa maulina los días 26, 27 y 28
marzo. Los interesados pueden informarse a través de la
Pastoral de los colegios. Héctor Madrid, Coordinador de
las Misiones Maristas, quiso compartir su testimonio,
esperando que más personas se unan a esta iniciativa:
Un lugar verdaderamente hermoso. Es lo primero que se
puede decir acerca de Iloca. Un prodigio de la
naturaleza. Por eso resulta tan impactante el contraste
de lo hermoso del paisaje con el reguero de destrucción
que quedó luego del movimiento sísmico y posterior
maremoto.
Por la televisión habían pasado imágenes del
lugar después del desastre, pero están muy lejos de poder
describir lo que presenciamos. Escombros apilados al lado de las
calles que hacían parecer que transitábamos por una alameda,
protegidos por la sombra de los árboles. Gente que escribía
carteles pidiendo ayuda para poner fuera de sus casas. Hombros
caídos, ojos derrotados.
Nos pidieron trabajar en la remoción de
escombros. Las máquinas para ese tipo de trabajo son
insuficientes y se hacía necesario, por lo menos, dar la
impresión de que se estaba haciendo algo concreto,
visible. Una señora que vive en el sector que teníamos
que limpiar nos decía: Se me parte el alma al ver
esto.
Mientras algunos apoyan en la posta del sector y otros
trabajaban fabricando mediaguas, nosotros estábamos en
ese menos glamoroso trabajo. No se habla mucho de eso,
pero se hace necesario que la gente vea que sus casas no
están rodeadas de basuras y escombros. Existiría una
mayor sensación de normalidad si, al despertar, estas
personas vieran por sus ventanas un sector limpio, y no
el segundo piso de una casa que estaba a 30 metros en lo
que solía ser el patio de su casa.
Sólo éramos 11, pero logramos dejar parte del sector que
nos tocó bastante más limpio de lo que estaba. Era una
villa muy cerca de la playa, de unas 30 o 40 casas, de
las cuales solo quedaron
los pisos embaldosados. Aún cuando
estamos bastante satisfechos con lo que hicimos,
entendemos que no es suficiente y ya planificamos
volver. Ciertamente, cuando todo vuelva a la normalidad,
gustosamente iría a quedarme por varios días en esa
hermosa localidad.